martes, 27 de febrero de 2018

La Tecnocracia VI



La Tecnocracia VI

Debo hacer una digresión obligada, justificar un lapsus; he olvidado al tecnócrata del siglo XIX por excelencia: Don Lucas Alamán.

Siguiendo a la Wikipedia:

Lucas Alamán (Guanajuato, Guanajuato; 18 de octubre de 1792 - Ciudad de México, 2 de junio de 1853) fue un empresario, político, historiador, naturalista, y escritor mexicano.
Primeros años de vida y educación

Alamán formó parte de una prestigiosa y adinerada familia española.  Sus padres fueron Juan Vicente Alamán y María Ignacia de Escalada y Madroñero, descendiente de los marqueses de San Clemente.

Estudió en el Real Seminario de Minería de la Nueva España, donde destacó en disciplinas como mineralogía, física, química y botánica. Viajó con frecuencia por varios y diferentes países participando como científico y diplomático, convirtiéndose en uno de los hombres con mejor educación en México. ​Salió de Veracruz en enero de 1814 llegando a Cádiz, España para después tratar con personas de peso político de su tiempo como el dominico Servando Teresa de Mier. Las relaciones que había establecido en el extranjero le permitieron ser un hombre culto y crítico de su realidad novohispana. De igual forma las relaciones le abrieron espacios en puestos públicos de gran importancia.

La juventud de Lucas Alamán tiene también un hecho histórico que lo marcó para definir en su vida futura sus ideales. En 1810 las tropas insurgentes de Miguel Hidalgo lograron llegar a Guanajuato para atacar la Alhóndiga de Granaditas donde se resguardaban los españoles adinerados. Los disturbios estaban cerca de su casa, misma que no fue atacada por órdenes de Miguel Hidalgo, siendo testigo del pillaje y barbarie del ejército insurgente.

Vida como político
En 1821, antes de la consumación de la independencia de México, Alamán fue diputado ante las cortes del Trienio Liberal (el parlamento nacional español) con la representación de la provincia de Nueva Galicia (actualmente: Jalisco, San Luis Potosí, Nayarit, Sonora, Sinaloa, entre otros estados) en la Nueva España. Para llevar a cabo este cargo, tuvo que viajar a la península ibérica. El tiempo que estuvo allá, escribió uno de los más importantes textos de su carrera: Ensayo sobre la decadencia de la minería en la Nueva España. Esto provocó que se dieran algunos decretos que beneficiaran en el aspecto minero al país por la Junta Provisional Gubernativa.

También propuso que la corona española para crecer debía constituirse como imperio, permitiendo que príncipes de linaje español tomaran el trono en México, Perú y la Nueva Granada. Esta fue una de las razones por las cuales se le propuso un lugar en la corte, pero él no lo aceptó. Viajó a París, después a Londres, y allí fundó la Compañía Unida de Minas, que inició una explotación en Durango, en el Cerro del Mercado.

Después de la independencia de la Nueva España, Alamán regresó a México y se convirtió en uno de los políticos más influyentes en el naciente país. Fue cofundador y miembro permanente del Partido Conservador Mexicano, que apoyó la organización centralista de México. Se dijo que había sido uno de los organizadores del asesinato del héroe de la independencia Vicente Guerrero, pero fue llevado a juicio y se comprobó que se le acusaba injustamente, por lo que quedó libre.

En la junta que gobernó México tras la caída del Emperador Agustín de Iturbide, Alamán tuvo de 1823 a 1825 el puesto de ministro del Interior y de Relaciones Exteriores. Fue miembro de la junta que gobernó brevemente en 1829, después de que se ejecutara el Plan de Jalapa, el cual tenía como objetivo la instalación de Anastasio Bustamante como presidente. Después de lo que se vio como el desastre del despojo de Texas en 1836, Alamán se retiró en gran medida de la política, aunque siguió promoviendo los intereses del país como director de la Junta de Fomento de la Industria (Dirección de la Promoción de la Industria) desde 1839 hasta su muerte.

En la década de 1840 se dedicó principalmente a escribir la historia de México desde la perspectiva de un conservador. Sus principales obras fueron Disertaciones sobre la Historia de la República Mejicana en tres volúmenes, escritos y publicados de 1844 a 1849, y sus cinco volúmenes de Historia de Méjico, desde los primeros movimientos que prepararon la independencia en el año de 1808 hasta la época presente, entendiendo por época presente la etapa en la que vivió el autor, quien publicó dichos volúmenes en México de 1849 a 1852. Esta historia fue una de las grandes producciones intelectuales del Partido Conservador de México del siglo XIX que, junto a las obras de Carlos Pereyra, ya en el siglo XX, es una de las pocas historias escritas por autores mexicanos que consideran la presencia española en el país de manera favorable.

Otros trabajos y muerte
Aunque en el ámbito político Alamán fue un conservador a ultranza, en los ámbitos industrial y económico, en cambio, se comportó como un auténtico progresista, desarrollando en tales ámbitos una amplia actividad. Después de un largo tiempo presentó lo siguiente:

Uno de sus aportes representativos fue el conocido “Pacto de Familia”, un proyecto de integración cuyo fin era fortalecer la posición de la región en el mundo. El objetivo era reavivar la solidaridad continental, y promover una nueva asamblea hispanoamericana como espacio fundamental para alcanzar acuerdos, Lucas Alamán envío dos plenipotenciarios -Manuel Díez de Bonilla y Juan de Dios Cañedo- a Centro y Sudamérica. El “Pacto de familia”, fue la esencia de una ambiciosa propuesta regional que suponía la conversión de México en la “Metrópoli de toda la América”. Su intención consistía en enviar plenipotenciarios a los países del sur para invitarlos a participar en la conformación de un sistema hispanoamericano que les permitiera hacer frente a problemas comunes, que incrementara el peso del conjunto de países en la escena internacional y que estrechara sus vínculos en forma permanente a través de la cooperación.

Fundó varios periódicos, entre los que estuvieron El Tiempo y El Universal órganos que sirvieron para la formación de una ideología conservadora en México y que aparecieron justamente en el momento en que Alamán componía su Historia de Méjico (el nombre del país: México, se escribía así en aquellos años). También escribió el texto Semblanzas e ideario.

Entre sus acciones más importantes se encuentran la creación en la Ciudad de México, a partir del Gabinete de Historia Natural, del «Museo Nacional Mexicano» (hoy en día desde hace ya tiempo escindido en dos museos separados: el Museo de Historia Natural y el Museo Nacional de Antropología) y la fundación del Archivo General de la Nación. Éste último ha sido muy importante para el aprendizaje de los acontecimientos históricos en México y la comprensión de los procesos políticos de la República mexicana. También fundó y dirigió una empresa minera, estableció la primera fundición independiente en México en 1825, administró los bienes de los descendientes de Hernán Cortés, y se desempeñó como gobernador de la ciudad de México en 1849.

Alamán envío al Congreso un nuevo proyecto que contemplaba la creación de un banco diseñado especialmente para fomentar la industria nacional: el Banco de Avío. Las operaciones del Banco de Avío ofrecerían préstamos a compañías o particulares a un interés razonable. Él estaba convencido de la necesidad de construir una industria nacional como una vía necesaria para consolidar la independencia y caminar por el rumbo del progreso.

El fortalecimiento industrial para Lucas Alamán se vinculaba estrechamente con su idea de la soberanía nacional. Lamentablemente el fracaso del Banco de Avío se explica por diversas razones, entre las que destacan la falta de experiencia de sus directores y la situación precaria de la Hacienda Pública.

Volvió al servicio público nacional en 1851, cuando Santa Anna lo nombró por última vez para el cargo de secretario de Relaciones Exteriores, en el cual realizó su trabajo hasta el día de su muerte (a causa de neumonía), el 2 de junio de 1853.

En su libro sobre este Banco Robert A. Potash, La fundación del Banco de Avió en México: el fomento de la industria 1821 – 1846.

Potash analiza la función del Banco de Avió en México cuando prestaba fondos a la industria textil mexicana y otras empresas. No han faltado criticas esa práctica pues no faltó quien considerara que su desempeño era corrupto e ineficaz, pero el autor concluye, al cabo de su análisis que ese aporte tubo gran efecto sobre el desarrollo de la industria textil de México, lo que fue después de todo el propósito de su creación.

Hay quien dice que la reconciliación entre conservadores y liberales estuvo a punto de darse en México poco antes de la muerte de Lucas Alamán por la mediación de Sebastián Lerdo de Tejada.

  

La Tecnocracia V



La Tecnocracia V

Don José Ives Limantour nos dice en su libro “Apuntes sobre mi vida pública (1892-1911)”, la importancia de su historia de vida en los años en que fue funcionario público.
Así podemos observar:

ANTES DE 1910
CAPÍTULO PRIMERO
Consideraciones preliminares. Situación anterior a 1892 Nombramiento de don Manuel Dublán. Gestión hacendaria de don Manuel Dublán Don Benito Gómez Farías en Hacienda. Antecedentes de mi entrada al Ministerio. Mis relaciones con don Manuel Romero Rubio la Unión liberal. La inamovilidad de los Magistrados, y la Vicepresidencia de la República. Los científicos, su origen.

CAPÍTULO SEGUNDO
El presidente me propone la Oficialía Mayor de Hacienda. Mi aceptación de la oferta y la promesa del general Díaz. Cómo organizamos nuestros trabajos don Matías Romero y yo. Materias que me fueron especialmente encomendadas. Asuntos de estrecha colaboración. El señor Romero regresa a Washington.

CAPÍTULO TERCERO
Lineamientos generales del plan hacendario que me propuse seguir. Métodos de trabajo.

CAPÍTULO CUARTO
La política hacendaria del Gobierno. Presupuestos. Deuda Pública. Empréstitos. Alcabalas. Aduanas. Bancos. Moneda. Reservas. Medidas de moralización. Adquisición de valores reales que figuran en el activo de la Nación.

ANEXOS DEL CAPÍTULO CUARTO
Núm. 1. Parte relativa a la iniciativa de Presupuestos para el año fiscal de 1894-95.
Núm. 2. Monto de la Deuda Pública tanto interior como exterior el 30 de junio de 1911.
  
CAPÍTULO QUINTO
Política de Hacienda en conexión con los demás ramos de la Administración. Bases generales. En asuntos de la Secretaría de Relaciones, Justicia, Instrucción, Guerra, Obras Públicas y Fomento.

CAPÍTULO SEXTO
El grupo científico y el general Díaz. Consideraciones sobre los hombres políticos y los de administración. Reglas de conducta del autor en sus relaciones políticas con el presidente.

CAPÍTULO SÉPTIMO
Ambiciones políticas de los funcionarios y algunos de los motivos por qué se suponía que las abrigaba el autor de este libro. Relación de los proyectos y tentativas del presidente para que el que habla le sucediese en su cargo. Viajes a Monterrey y cooperación del general Reyes. Oposición por parte del interesado a la realización de los planes del presidente.

CAPÍTULO OCTAVO
Nueva combinación del presidente para realizar sus planes. Cartas dirigidas a Europa al autor de este libro.
Regreso del autor al país en 1899 cuando ya se acercaban las elecciones; y resultado satisfactorio de ellas.
Renuncia del señor licenciado Joaquín Baranda de la cartera de Justicia.

CAPÍTULO NOVENO
Índice de Apuntes sobre mi vida pública de José Yves Limantour. Captura y diseño, Chantal López y Omar Cortes para la Biblioteca Virtual Antorcha
El señor general don Bernardo Reyes en la Secretaría de Guerra y Marina. Su separación de ella. Reforma de la Constitución relativa a la sustitución del presidente de la República. Creación de la Vicepresidencia y candidaturas. Apreciaciones de la actitud del señor general Díaz.

CAPÍTULO DÉCIMO
Extensión del período presidencial. Situación creada al vicepresidente. Causa probable de la actitud del general Díaz hacia él.
  
CAPÍTULO UNDÉCIMO
La entrevista Creelman. Supuesto propósito del presidente. Conferencia del presidente con los señores Corral, Olegario Molina y Limantour. En vísperas de las elecciones de 1910.


DE 1910 EN ADELANTE

CAPÍTULO PRIMERO
Mis trabajos y preocupaciones en Europa. Dificultades para regresar a México antes de que comenzara el nuevo período presidencial. Estalla la revolución. Algunas palabras sobre la política de entonces. Mis relaciones con el general Reyes.

CAPÍTULO SEGUNDO
Movilización de las tropas y de la flota de los Estados Unidos hacia la frontera y los puertos de México. Estado de la opinión americana con respecto al Gobierno del general Díaz.

CAPÍTULO TERCERO
Mis relaciones con la familia Madero, anteriores a mi regreso a México. Entrevistas en Nueva York con dos de sus miembros y con el doctor don Francisco Vázquez Gómez. Diversas tentativas hechas extraoficialmente para poner fin a la revolución por medios pacíficos.

CAPÍTULO CUARTO
La opinión pública en México en marzo de 1911. Actitud del presidente hacia los científicos. Mi situación con respecto a ellos. Renuncia del Gabinete.

CAPÍTULO QUINTO
Formación del Gabinete de marzo. Condiciones a que debió sujetarse. Nuevo programa de gobierno. Parte civil.
Mensaje del presidente al Congreso, del 1° de abril de 1911. Medidas militares aconsejadas.
Índice de Apuntes sobre mi vida pública de José Yves Limantour. Captura y diseño, Chantal López y Omar Cortes para la Biblioteca Virtual Antorcha
  
CAPÍTULO SEXTO
Se habla de la influencia que ejerció el estado de salud del general Díaz sobre los acontecimientos de aquellos momentos, y de éstos sobre aquél. Desarrollo del programa político y del militar. Deficiencias y consecuencias.

CAPÍTULO SÉPTIMO
Tentativas de pacificación por medio de arreglos en los que el Gobierno tomó parte. Negociaciones oficiales.

CAPÍTULO OCTAVO
Renuncia del general Díaz de la Presidencia de la República. Algunos antecedentes. Su Manifiesto del 7 de mayo a la Nación. Entrega del Gobierno. Responsabilidades.

Debemos destacar como dice Milton Friedman y Ana Jacobson Schuartz en “A Monetary History of the United States”, 1857 – 1960, que José Ives Limantour lidió con los años de las políticas de declive secular de la plata y sus precios en el periodo de 1879 – 1897. Destacando los movimientos en dinero ingreso, precios y velocidad. Debemos recordar que hace un siglo muchos estudiosos de la contaduría recordaban con orgullo la época en la que el precio del peso mexicano estaba a la par del dólar.      

lunes, 26 de febrero de 2018

La Tecnocracia IV

La Tecnocracia IV

En México se ha dado Tecnocracia desde el tiempo de los Científicos con José Ives Limantour.

Nació en la Ciudad de México, el 26 de diciembre de 1854. Sus padres fueron Joseph Yves Limantour, capitán de goleta, originario de Bretaña, Francia y Adela Marquet, nacida en Burdeos. Desde su infancia gozó de la gran riqueza familiar, proveniente de la venta de armas, la especulación con tierras en la Baja California y la propiedad de inmuebles en la Ciudad de México gracias al período de desamortización de bienes de la Iglesia, decretada durante los gobiernos de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada. Gracias a la fortuna familiar contó con todas las facilidades para realizar buenos estudios en México y en el extranjero. Después de una primera fase de educación privada y un viaje a Europa, a los 14 años, ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria en una de las primeras promociones de la institución; posteriormente pasó a la Escuela Nacional de Jurisprudencia, donde obtuvo el título de Licenciado en Derecho; luego realizó diversos cursos de economía y administración en Europa. Su retorno a México coincidió con el inicio del periodo hoy conocido como Porfiriato. Fue profesor en la Escuela Superior de Comercio y en la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Además, participó en la revista jurídica El Foro entre 1877 y 1882.

Fue miembro de la Junta de Desagüe (1892), presidente de la Junta de Saneamiento (1896) y de la de Provisión de Aguas Potables (1903). Fue electo diputado al Congreso durante la década de 1880-1890. En 1892, después de haber participado en la Unión Liberal que encabezaba Justo Sierra Méndez, fue designado oficial mayor de la Secretaría de Hacienda, que estaba a cargo de Matías Romero; poco después se encargó brevemente del despacho. Finalmente, en mayo de 1893, fue designado Secretario de Hacienda y Crédito Público, cargo que conservaría ininterrumpidamente hasta la renuncia del presidente Porfirio Díaz el 25 de mayo de 1911. Las primeras acciones al obtener este cargo fue la creación de impuestos que gravaban los distintos tipos de producción que no se habían visto afectado por la crisis, redujo los gastos y servicios de la administración nacional; por otro lado, disminuyó notablemente los sueldos de toda clase de burócratas y en consecuencia a estas medidas logro un superávit en la gestión hacendaria.

En ese puesto llevó a cabo importantes reformas económicas para el país; entre otras cabe mencionar la supresión de las alcabalas; el equilibrio presupuestal; el impulso en las obras de infraestructura material, como ferrocarriles, puertos, alumbrado, urbanización, parques, etcétera; la reforma monetaria, incluyendo la cancelación de los arrendamientos a particulares de todas las casas de moneda; la consolidación del sistema bancario y la conquista del buen crédito internacional, a través de diferentes operaciones de apertura o de conversión de la deuda pública interna o externa. Asimismo, favoreció a los empresarios y compañías extranjeras interesadas en invertir en México.

La participación de Limantour en la política fue también decisiva, como consejero del presidente Porfirio Díaz y como líder de los Científicos (que proponían una dirección “científica” del gobierno). Los científicos iniciales fueron: Justo Sierra, Joaquín D. Casasús, Francisco Bulnes, Miguel y Pablo Macedo, Manuel Flores, Enrique Creel y Ramón Corral; todos ellos apoyaban la Teoría Positivista de A. Comte, la cual afirma que el único conocimiento válido es el científico.

Su influencia fue tal que Joaquín Baranda, secretario de Justicia e Instrucción Pública, después de casi dos décadas de destacada actuación, tuvo que renunciar cuando se confrontó políticamente con Limantour.

En 1899, se acercaba la cuarta reelección del presidente y Limantour llevaba varios periodos electorales esperando tener la oportunidad de suceder a Díaz, acto que nunca se consumó ya que ingeniosamente, Díaz decide enviarlo a Europa durante la cuarta reelección para revisar asuntos pendientes sobre deuda externa con varios países pero principalmente con Francia; durante su estadía en el viejo continente, Díaz realizo un proceso para descartar la opción de Limantour como sucesor debido a nacionalidad francesa por lo que pierde la última oportunidad de llegar a la presidencia.

En 1909, aparece en la población un pequeño grupo llamado El Ateneo de la Juventud mexicana, el cual consistía en que jóvenes con iniciativa se avocaran a las artes y a promover la cultura de distintas maneras; este grupo es la consecuencia y contraparte del grupo intelectual de los científicos.

Durante las fiestas del centenario (1910) estuvo ausente del país en negociaciones de la deuda externa. Regresó para hacerse cargo de las reformas políticas que intentaban detener el crecimiento de la rebelión de Francisco I. Madero (o maderista). Fue destacada su participación en las negociaciones de paz con este movimiento antirreeleccionista y en la formación de un gobierno interino al mando de Francisco León de la Barra.

En 1911 partió al exilio junto con Porfirio Díaz y muchos de sus antiguos colaboradores. Vivió en París, Francia, donde fue miembro de la Académie des Sciences Morales et Politiques y fue nombrado "gran oficial " de la Legión de Honor.

Recibió la Cruz de 1a Clase de la Orden Imperial de la Corona de Hierro en 1902 del Imperio austrohúngaro.

Falleció en París, el 27 de agosto de 1935. Fue enterrado en el cementerio de Montmartre Nord. (Wikipedia).

Como dice Charles A. Hale, profesor emérito de la Universidad de Iowa, al profundizar en su obra “La Transformación del Liberalismo en el México de Fines del Siglo XIX” debido a la influencia de la filosofía positivista. Especialista en temas de América Latina, Hale sostiene que, a diferencia de lo que sucedió en Argentina y en Chile, en México la guerra de Reforma no sólo imposibilitó la moderación política, sino que interrumpió la gradual transformación del pensamiento político y social.


Limantour fue producto de esta enseñanza positivista, en cuya Escuela Nacional Preparatoria fue profesor de Economía Política y Contaduría.

La Tecnocracia III

La Tecnocracia III

Siguiendo a la Wikipedia el Movimiento Tecnocrático es:

Tecnocracia

Los tecnócratas abogan por la tecnocracia, esto es, una forma de gobierno en la que los científicos y demás expertos toman las decisiones al servicio de la humanidad. Los tecnócratas describen la tecnocracia como una sociedad sostenida por expertos técnicos que gobiernan, quienes a su vez sustentan sus posiciones mediante argumentación racional y pensamiento crítico.

Ideas y metas

El movimiento tecnocrático busca establecer un sistema socioeconómico de crecimiento basado en la conservación, la abundancia en oposición a sistemas económicos basados en la escasez como son el capitalismo y el comunismo. La principal conclusión del movimiento tecnocrático es que el actual sistema de precios basado en la escasez es un medio ilógico de distribución en un mundo tecnológicamente avanzado. La tecnocracia considera los modelos económicos, políticos y administrativos como reliquias del pasado.

Los tecnócratas afirman que los avances en la mecanización han causado un desplazamiento masivo de empleo hacia el sector de los servicios. Mayor incremento en la eficiencia y la productividad quiere decir que la mayoría de las tareas desempeñadas por empleados humanos pueden ser eliminadas o reducidas a través de una mejor gestión, automatización, y centralización. Estas tendencias deben señalar un incremento tanto en las posibilidades de producción y de tiempo para el ocio puesto que se produce más con menos mano de obra. Dentro del sistema de mercado, sin embargo, un aumento en la productividad según estas teorías conduce a reducción del personal porque las compañías necesitarían menos trabajadores y estos recibirían salarios más bajos debido a la competencia. Como consecuencia, el estándar de vida de muchos declina. Los tecnócratas por lo tanto argumentan que el sistema de mercado se enfrenta a una paradoja fundamental: A pesar de que hay máquinas disponibles para remplazar mano de obra humana, estas no hacen nuestra vida más fácil, por el contrario, la hacen más difícil. Aunque cada vez sea posible producir más debido a la tecnología, las disparidades en riqueza son mayores y el beneficio potencial de la tecnología es menos compartido. La causa fundamental del problema, según el movimiento tecnocrático, es que dependemos mucho de un sistema basado en el dinero para tomar las decisiones económicas.

Contrario a los economistas, quienes definen eficiencia en términos de una máxima asignación de recursos limitados con el fin de proporcionar mayor utilidad a sus dueños, los tecnócratas definen eficiencia en términos de evidencia empírica. Eficiencia, para los tecnócratas se mide científicamente: la tasa de energía aplicada al trabajo útil sobre la energía aplicada al sistema completo. Los tecnócratas argumentan que existe un abismo entre el mundo real de la ciencia y el mundo de la economía. Ellos afirman que las entradas necesarias para hacer la mayoría de los productos se encuentran en abundancia, especialmente aquellas que son críticas para la sociedad como alimentación, refugio, transporte, información, etc. Los tecnócratas afirman que la mayoría de los problemas sociales, como pobreza y hambre se deben a una economía defectuosa y al uso inapropiado de la tecnología. Ellos frecuentemente señalan que el actual sistema de precios es un despilfarro porque utiliza tantos recursos como sean posibles para crear un número escaso de productos (productos privados rivales y excluibles). Los tecnócratas argumentan que el uso de la tecnología y los recursos debe ser capaz de producir en abundancia. Los tecnócratas afirman que el sistema de precios conlleva a una severa falta de poder de compra, y se ha apoyado en tácticas derrochadoras, remiendos al sistema económico, y un enorme incremento en las cantidades de deuda, las cuales empezaron a aumentar exponencialmente después de 1930. Esta deuda incluye deudas soberanas, hipotecas, deudas a largo plazo, deuda de crédito, y el creciente mercado de valores. Los tecnócratas ven la creciente deuda como una amenaza a la estabilidad del capitalismo, y afirman que el sistema eventualmente colapsará, en cuyo caso, esperan, habrá educado un número suficiente de gente para hacer cambios a la estructura económica y crear un Tecnato.

Contabilidad de la energía: una alternativa al dinero

La contabilidad de la energía es un sistema hipotético de distribución, que registra la energía usada para producir y distribuir los bienes y servicios consumidos por los ciudadanos de un Tecnato. Las unidades de este sistema de contabilidad se denominarían certificados de energía o simplemente unidades de energía, las cuales remplazarían al dinero en un Tecnato, pero a diferencia del dinero tradicional o las divisas los certificados de energía no pueden ser ahorrados o ganados sino distribuidos entre la población. La cantidad de poder de consumo dada a cada ciudadano sería calculada al determinar la capacidad productiva total (menos el mantenimiento de la infraestructura) del Tecnato y dividiéndola igualmente. Las unidades de energía o certificados no serían utilizadas físicamente por la población debido a que el sistema sería computarizado. En la contabilidad de energía, el tecnato usaría información sobre los recursos naturales, capacidad industrial y hábitos de compra del ciudadano para determinar cuántos bienes y servicios consume la población, de tal forma que se pueda ajustar la producción con el consumo (con sostenibilidad).

La razón dada para la contabilidad de energía son asegurar el estándar de vida más alto posible, así como también la igualdad entre los ciudadanos del Tecnato, y prohibir el gasto de recursos más allá de la capacidad productiva o ecológica del Tecnato. Los tecnócratas señalan que la contabilidad de energía no es racionamiento, sino una forma de distribuir la abundancia y medir la demanda. Cada ciudadano del Tecnato debe recibir cantidades iguales de poder de consumo dentro del contexto de la sostenibilidad en los que los tecnócratas llaman un diseño social científico.

Los Tecnatos

Extensión del propuesto Tecnato norteamericano.

El término tecnato fue acuñado por el movimiento tecnocrático para describir la región sobre la cual operaría una sociedad tecnocrática. Todos los recursos y la industria de esta región o territorio serían usados para proporcionar una abundancia de bienes y servicios a los ciudadanos.

Según los tecnócratas, un Tecnato no puede simplemente fundarse como un país moderno actual. Éste tiene varios requerimientos que deben cumplirse con el fin de operar.
Debe tener suficientes recursos naturales para crear abundancia.
Debe tener una base industrial y científica preexistente.
Debe tener una cantidad suficiente de personal cualificado para operar la infraestructura que proporciona la abundancia.

Según el movimiento tecnócrata estadounidense, Norteamérica es actualmente el único territorio capacitado para constituir un Tecnato. Éste sería el Tecnato norteamericano. Esto pondría fin al actual sistema de precios.

Tecnato norteamericano

El tecnato norteamericano sería diseñado para transformar a Norteamérica en una sociedad tecnocrática. En el plan se incluiría Canadá, cuyos ricos depósitos de minerales y poder hidroeléctrico se complementarían con la capacidad industrial y agrícola de Estados Unidos y la abundancia energética de México.

El tecnato norteamericano incluiría toda Norteamérica, América Central, el Caribe, partes de Sudamérica y Groenlandia, comprendiendo 30 naciones modernas, así como varios territorios dependientes. Si este tecnato fuera fundado hoy, contendría aproximadamente 600 millones de habitantes y su área total sería de 26 millones de km², haciéndolo la nación más grande de la tierra. Su territorio se extendería desde el Polo Norte hasta la línea del Ecuador y desde la línea internacional de la fecha hasta el Océano Atlántico.

Los Urbanatos: una alternativa a las ciudades

Una vez se haya establecido el Tecnato, los tecnócratas proponen construir una nueva forma de ciudad llamada Urbanato. Un Urbanato sería esencialmente un conjunto de edificios donde los ciudadanos viven y trabajan. Estos lugares tendrían todas las instalaciones necesarias para la vida en comunidad como escuelas, hospitales, áreas comerciales, gestión de desperdicios e instalaciones de reciclaje, centros deportivos y áreas públicas.

Los Tecnócratas ven los Urbanatos como algo semejante a los resorts, pero con un diseño cuidadoso del medio ambiente. Al Urbanato se llegaría a través de sistemas de transporte masivo.

Los Urbanatos estarían conectados mediante una red de trenes de alta velocidad, redes de canales y transporte aéreo. Estos sistemas también estarían conectados a los sitios industriales para transporte de bienes a los consumidores y a todas las áreas vacacionales y recreacionales del tecnato.

La razón por la que los tecnócratas proponen la reestructuración de la vida urbana se debe a que las ciudades modernas se han planeado y construido de una manera precaria, de una forma aleatoria, lo cual ha llevado a ineficiencias y desperdicio. Los tecnócratas proponen que las áreas urbanas viejas sean gradualmente recicladas para aprovechar sus recursos (como acero, vidrio, plástico, etc.), los cuales a su vez se usarían para la construcción de los Urbanatos. Las estructuras de valor histórico se preservarían.

1.    “La posmodernidad es un mundo superficial que carece de profundidad es un mundo de simulación (p.ej., un crucero por la jungla en Disneylandia, en lugar de ser en la jungla real).
2.    Es un mundo carente de afecto y emoción.

3.    Es un mundo donde se pierde el sentido propio del lugar en la historia: es difícil distinguir entre pasado, presente y futuro.

4.    El lugar de las tecnologías expansivas y explosivas de la modernidad (p.ej., la producción en serie de automóviles), la sociedad posmoderna está dominada por tecnologías reproductivas, aplanadoras e implosivas (p.ej., la televisión)”. Nos dice George Ritzer en su libro Teoría Sociológica Clásica pág. 75.  


   

La Tecnocracia II

La Tecnocracia II

En los años sesenta cuando Robert McNamara fue el Secretario de la Defensa con John F. Kennedy, los Tecnócratas llegan al poder y es el auge de la Bibliografía al respecto.

Daniel Bell (Nueva York, 10 de mayo de 1919 - Cambridge, Massachusetts, 25 de enero de 2011), fue un sociólogo y profesor emérito de la Universidad de Harvard, miembro residente de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias.

Nació en Nueva York bajo el nombre de Daniel Bolotsky, hijo de inmigrantes judíos. Cuando Daniel tenía 13 años, su familia cambió el apellido Bolotsky por Bell.

En el pasado, Bell estudió sociología en la Universidad de Columbia. También es conocido por sus contribuciones como editor de las revistas The Public Interest Magazine, Fortune y The New Leader. Bell estaba entre los Intelectuales de Nueva York, un grupo de escritores de izquierda anti-stalinistas.

Es más conocido por sus contribuciones al Posindustrialismo. Sus libros más influyentes son El fin de la ideología (1960), Las contradicciones culturales del capitalismo (1976) y El advenimiento de la sociedad posindustrial (1973). El fin de la ideología y Las contradicciones culturales del capitalismo aparecieron en los suplementos literarios de la revista Times como dos de los 100 libros más importantes de la segunda mitad del siglo XX. El fin de la ideología fue muy influyente en lo que se denomina como la idea de que tanto la historia y la ideología fueron reducidos hasta lo insignificante debido a que las políticas occidentales y el capitalismo han triunfado. En esa época, Bell fue atacado por críticos políticos de izquierda y demás. Ellos aseguraron que Bell reemplazó un sentido de la realidad con teoría elegante, argumentando que privilegió su idea más que la exactitud histórica.

En “El fin de las ideologías”, Bell precede a otros autores que han teorizado, desde posiciones más conservadoras que la suya, acerca del final de la dialéctica de la historia y la aparición del pensamiento único. La historia y las ideologías ceden ante la implantación universal de la democracia y de la economía de mercado.

En “Las contradicciones culturales del capitalismo”, confronta la expansión del sistema de acuerdo con razones de máxima eficacia y un desarrollo cultural que acentúa la gratificación personal y el hedonismo, que son la respuesta reactiva a la vieja ética puritana que acompañó el desarrollo de la burguesía.

En “El advenimiento de la sociedad post-industrial”, su obra más conocida, advierte de un cambio histórico, de la transición hacia un modelo basado en la información y el conocimiento, cuyas consecuencias alcanzan a las relaciones de poder, la estratificación social y la reconfiguración de los valores políticos, sociales y culturales. Para Bell, son las tecnologías de la información las que dan proyección a la ruptura histórica sobre los modelos y períodos previos, y discrepa de la validez de los planteamientos ideológicos de la izquierda. La lucha de clases ya no es, a su juicio, la ley de la historia, sino que las fuerzas de transformación e innovación radican en el nuevo papel del conocimiento, de la información, la educación y el capital humano. Esto no supone el final de la confrontación dialéctica, sino una desviación de las tensiones que se derivan de la jerarquización del conocimiento a través de la meritocracia. En el escenario de la nueva sociedad se generan nuevas carencias. Una es la de la información. La “cantidad de la información” disponible no supone su correcta distribución, su adecuado uso final, el equilibrio social y cultural.

Daniel Bell es uno de los precursores en la descripción y análisis de lo que hoy se conoce como sociedad de la información y del conocimiento, que basa en el uso intensivo de las nuevas tecnologías. Mientras que la imprenta, señala, “está en la base de la sociedad industrial: en la base de saber-leer y de la educación de las masas”, las telecomunicaciones y la informática dan sentido a la nueva escena histórica.

Daniel Bell destaca a lo largo de su obra la radical separación observable entre la estructura social (entendida como el orden técnico-económico) y la cultura. La primera sigue regida por un principio económico definido en términos de eficiencia y racionalidad funcional, la organización de la producción por el ordenamiento de las cosas, incluyendo a los hombres. La segunda es ahora pródiga, promiscua, dominada por lo anti-racional, anti-intelectual, con la primacía del yo como orientadora de los juicios culturales. Es decir que la estructura social se mantiene relativamente sobre los mismos mecanismos modernos, mientras que la cultura se ha transformado en hedonista y consumidora, en postmoderna. Este cambio fue, según Bell, un producto mismo del sistema económico. La quiebra del sistema valorativo burgués tradicional fue provocada, básicamente, por el mercado libre, fuente de la contradicción del capitalismo en la vida norteamericana. Por otro lado, la senda trazada por los jóvenes intelectuales en contra del puritanismo funcionó como adelanto de lo que llegaría menos de una década después gracias al capitalismo auto referido como “nuevo”: la ética del hedonismo, el placer, el juego; una ética del consumo. Paralelamente la transformación se dio gracias a tres novedades tecnológicas: el automóvil, el cine y la radio; y a tres innovaciones sociológicas: la propaganda, la obsolescencia planificada y el auge de las ventas a crédito. A través de estos se rompió el aislamiento rural y se conformó, por vez primera, una sociedad nacional con una cultura en común. Estaba surgiendo una sociedad de consumo, con su exaltación del gasto y de las posesiones materiales.

Murió el 25 de enero de 2011 a los 91 años en su casa de Cambridge, Massachusetts.
El advenimiento de la sociedad postindustrial.

Esta obra explora la sociedad post-industrial a través de reflexiones que giran en torno a temas conexos: las teorías del desarrollo en la sociedad industrial (Marx, Sombart, Max Weber, Schumpeter, Raymond Aron), el paso de una economía productora de bienes a otra de servicios y los cambios de la estructura del empleo en provecho de los profesionales y técnicos en Estados Unidos, el estrechamiento del entramado social y la multiplicación de la interacción humana como causa del ritmo del cambio, el crecimiento exponencial, codificación y ramificación del conocimiento teórico, la forma de adoptar elecciones sociales que reflejen las preferencias individuales.

Concluyendo esta parte.

El término tecnocracia significa literalmente «gobierno de los técnicos» y se deriva de los vocablos griegos τέχνη (tékhnē, «arte, técnica») y κράτος (krátos, «poder, dominio, gobierno»).


Diversos tecnócratas han identificado su postura con el uso del método científico para resolver los problemas de la política. En vez de basar sus decisiones en convicciones ideológicas, se favorece la acción orientada a resultados y basada en datos empíricos. El tecnócrata es (o se asocia con) un científico o ingeniero. El término tecnocracia fue originalmente utilizado para designar la aplicación del método científico a la resolución de problemas sociales, en contraposición a los enfoques económicos, políticos o filosóficos tradicionales.

La Tecnocracia I


Como habíamos dicho Henri de Saint Simón, ve en los Ingenieros la forma de poder que los técnicos detentan en la sociedad contemporánea, ¿cuáles formas de organización de este poder sueña y cuáles de ellas son extendidas, la existencia de un poder de técnicos y de especialistas es tan viejo como la organización social. Las finanzas, el ejército, la policía tienen en todo tiempo sus formas más elementales y sus formas actuales que son extraordinariamente elaboradas y dotan de los medios políticos a los medios de ejercer su poder y también de revoluciones siendo que las revoluciones y los golpes de estado han sido fomentados a la sombra de las espadas. Lo anterior lo señala Jacques Billy en su libro Les Technocrates (PUF). Sería interesante siguiendo a Billy escribir esta historia de la dependencia del poder político en relación con el poder técnico.

También se entiende por Tecnocracia el control de la dirección de la sociedad por técnicos mudos por los imperativos técnico-económicos inicialmente el diseño fue presentado en los años 1931-1933 al público americano por el Movimiento tecnocrático. Este movimiento nace en Nueva York y se constituye como grupo de estudios alrededor de Howard Scott personalidad carismática que prevalece con una experiencia técnica y universal. Inspirándose de Thorstein Veblen , Scott afirma qué la revolución tecnológica va a hacer caducos a los conceptos económicos. La aceptación de aquellos era en efecto esta necesidad establecida en función de la “escasez de los bienes económicos” la cual se había instituido como principio de todo pensamiento económico anuncia el desfondamiento inminente “del sistema de mercado”. (Sistema de Precios) y su remplazo por una bien manufacturada tecnocracia.

Frecuentada por las crisis económicas que acaba de conocer, los Estados Unidos de América acogen favorablemente esta teoría económica, y ve nacer innumerables movimientos tecnocráticos que se desarrollan en el otoño de 1932 pero cesan algunas meses más tarde.

Para ciertos sociólogos contemporáneos los tecnócratas son técnicos que pueden imponer su poder tanto a los políticos tradicionales como a los propietarios de las grandes compañías. Gobernando o siendo criticados por gobernar a través de la técnica la cual es vista como una sociedad mecánica y se le reprocha una visión deshumanizada de la sociedad; para otros no ofrecen soluciones de (organización).

Pero otros todavía consideran a los tecnócratas como funcionarios de realismo in suficientemente responsables y para otros son servidores del poder establecido.
Del uso peyorativo al calificativo de la tecnocracia permanece que en una sociedad manager, directores técnicos o de cualquier otra manera. No son servidores públicos y su incumbencia es la de ejercer sus competencias en un orden de políticas limitadas.

Pero también que ellos mismos sean conscientes o no de operar y de asumir por esta vía incluso un conjunto de selecciones políticas. Enciclopedia Universalis p. 2051.
Para John Kenneth Galbraith el juego tiene entre sus elementos a la tecnoestructura y a los bienes compensatorios en el Nuevo Estado Industrial.

Reconsiderando y ampliando temas ya tratados en “La era de la opulencia”, el economista norteamericano John Kenneth Galbraith (nacido en 1908) se propuso en “El Nuevo Estado industrial” —cuya primera edición en los Estados Unidos data de 1967— describir el sistema económico norteamericano tal como se presta al análisis cien años después de la publicación de “El capital” de Karl Marx. Se trata de un estudio de las transformaciones que al autor considera inseparables de un análisis global, y que lo conducen a llevar su reflexión más allá del campo económico, en una perspectiva política y también ética.

En la primera parte, Galbraith expone los fenómenos que considera más típicos de la vida económica norteamericana: entre quinientas y seiscientas firmas controlan la mitad del producto nacional; el desarrollo acelerado de la tecnología ha sido paralelo a la concentración financiera; la transformación del papel de los sindicatos y del Estado; y el surgimiento de una tecnoestructura (formada por todos aquellos que aportan conocimientos especializados, cerebros o experiencia a los grupos que toman las decisiones). Galbraith considera que la importancia creciente del papel desempeñado por la tecnología priva del poder de decisión a los propietarios del capital, exige el empleo masivo de aquél y, al mismo tiempo, con el fin de cubrir los riesgos, un enorme fortalecimiento del Estado, una de cuyas principales funciones consiste en la regulación de la demanda.

En manos de las grandes empresas y del Estado que las sustenta, la tecnología avanzada torna caducas —según Galbraith- las leyes de mercado establecidas por la economía política clásica. Además, la iniciativa de decidir lo que ha de producirse no corresponde al consumidor sino a las grandes organizaciones productoras. Su puesta en marcha —en la cual la publicidad es un medio más tiende a imponer una identificación entre los fines de la organización, los del cuerpo social y los del individuo. Las grandes empresas modelan las actitudes de la colectividad según sus necesidades.

En la segunda parte del libro, Galbraith examina las consecuencias provocadas por el cambio económico en el comportamiento social y político, así como las diferentes soluciones posibles. Lo importante, señala Galbraith al formular aquello que muchos años después se convertirá en un lugar común, no es la cantidad de bienes sino la calidad de la vida. Por ello es conveniente favorecer el fortalecimiento de los poderes compensadores, especialmente los científicos y universitarios. Exaltar los fines estéticos, subordinar a ellos la eficacia industrial y desarrollar la educación sólo lograrán entorpecer el condicionamiento del consumidor y contribuir a dar el golpe de gracia al sistema industrial. En sentido contrario a los precedentes, este sistema —afirma el autor— formula altas exigencias intelectuales. Para satisfacer éstas, crea una colectividad llamada, por su propia naturaleza, a impugnarlo. Según Galbraith, ahí radica la principal esperanza de una renovación.


Recibido como una especie de biblia por los estudiantes radicales de las Business Schools, “El nuevo Estado industrial” ha sido violentamente criticado tanto por los defensores del capitalismo como por los marxistas Los primeros lo consideran la obra de un utopista inquietante; los segundos le reprochan simplificar la realidad económica y descubrir las mismas taras en los regímenes industriales del Este y del Oeste.

viernes, 16 de febrero de 2018

Reflexiones de Victor Manuel Muñoz Patraca: El desplome de la Bolsa de Valores (4)

Reflexiones de Victor Manuel Muñoz Patraca: El desplome de la Bolsa de Valores (4): El desplome de la Bolsa de Valores (4) El Dinero es una forma superior del intercambio del Sistema Capitalista y el Dinero Incrementa...

El desplome de la Bolsa de Valores (4)



El desplome de la Bolsa de Valores (4)

El Dinero es una forma superior del intercambio del Sistema Capitalista y el Dinero Incrementado dá Capital Financiero. En su libro Filosofía del Dinero George Simmel nos proporciona una mirada visionaria a las consecuencias de la moderna economía monetaria en la división del trabajo, así como en los procesos de alienación y cosificación en el trabajo y la vida urbana.

“El dinero es más que una medida de valor y medio de intercambio. Más allá de sus funciones económicas, simboliza y encarna el espíritu moderno de la racionalidad, de la calculabilidad, de la impersonalidad. Bajo su égida, ha prevalecido sobre la visión del mundo antiguo que otorgaba primacía a los sentimientos y la imaginación. Georg Simmel somete el dinero a examen, considerando su influencia en las relaciones humanas y en la cultura, y ofreciendo un análisis clásico de los aspectos sociales, psicológicos y filosóficos de la economía monetaria. Analiza la relación del dinero con el intercambio, la personalidad humana, la posición de la mujer y la libertad individual”.

Como escribe George Ritzer, en su Teoría Sociológica Clásica,” la filosofía del dinero ilustra muy bien la sofisticación y amplitud del pensamiento de Simmel, demuestra concluyentemente que este se merece al menos tanto reconocimiento por su teoría general como por sus ensayos sobre micro sociología, muchos de los cuales pueden considerarse como manifestaciones concretas de su teoría general”.

El Dinero ha merecido para las Ciencias Sociales incluida en esta la Economía, la Sociología, la Antropología, la Ciencia Política, él Derecho y las Ciencias Administrativas una importancia Capital.

Por otra parte, como se aprecia en la compilación de cartas: El Problema son los Bancos. Cartas a Wall Street:    

“A partir de 2008, cuando comenzó a derrumbarse el castillo de naipes de la bonanza inmobiliaria y financiera, el mundo occidental se sumió en una crisis económica, social y política de la que todavía no ha empezado a recuperarse.

La otra cara de la moneda de los sombríos indicadores económicos: recesión, desempleo, pobreza; son las historias de las personas de carne y hueso, aquéllas que padecen los excesos de un sistema despiadado y demencial, que parece no tener otro fin que servirse a sí mismo y a los altos ejecutivos que se enriquecen a toda costa. Como respuesta a esta situación, los editores de la prestigiosa revista neoyorquina N+1 lanzaron una página web donde invitaban a la gente a compartir sus experiencias de abuso y desahucios a manos de los bancos y demás monstruos financieros, en forma de cartas enviadas a las propias instituciones.

El problema son los bancos. Cartas a Wall Street es una selección de las ciento cincuenta mejores cartas, entre las más de ocho mil que se recibieron.

 Además de la indignación compartida, las cartas revelan una fuerte dosis de humor, de ironía y de estupefacción ante un atraco institucionalizado, consentido por todos los gobiernos occidentales. Una y otra vez, surge la misma pregunta, lanzada a los responsables de dirigir el saqueo: ¿cómo pueden dormir por las noches?

Los autores de este libro son, directa e indirectamente, todos los que han sufrido abusos, maltratos, desahucios, etc., a manos del sistema financiero global, empeñado en ensanchar el abismo entre una elite minúscula y una gran mayoría desposeída, que trabaja para continuar manteniendo sus excesos y opulencia”.

Revisando el libro de Joseph M. Colomer, El gobierno mundial de los expertos

“¿Existe realmente un gobierno mundial? ¿Son las actuales instituciones globales eficaces en la toma de decisiones? ¿Pueden ser compatibles con unos principios básicos de democracia?

Sí, en efecto, existe un gobierno mundial. El mundo está actualmente gobernado por unas pocas docenas de burós, organizaciones, agencias, fondos, bancos, tribunales y directorios autoproclamados de ámbito global. Estos organismos utilizan diferentes fórmulas institucionales y de toma de decisiones, tales como la rotación de países o los votos ponderados; confían en expertos no electos que diseñan alternativas y decisiones; construyen políticas de consenso basadas en el conocimiento; y emplean diversos mecanismos para tratar que los altos funcionarios rindan cuentas de su labor. Pero la variedad de arreglos institucionales no es un indicador de escasa capacidad de toma de decisiones o de ejecución de políticas; más bien refleja la amplia gama de actividades de las instituciones globales y la complejidad de su agenda de temas. La mayoría de las instituciones globales han ganado en eficacia durante las últimas décadas. En el mundo globalizado actual, la democracia está cambiando de escala, desde los estados hasta el nivel mundial. El reto principal es el diseño y la elección de las normas y procedimientos institucionales apropiados para un gobierno mundial eficaz y democrático.

«¿Qué queda de la democracia si los gobiernos nacionales tienen que inclinarse ante agencias globales especializadas?

Colomer muestra magníficamente como nos encontramos ya ante una regulación dispersa y sin rostro que es aún más poderosa de lo que sería un “gobierno mundial” unificado. Y presenta sugerentes perspectivas sobre lo que esto significa para las instituciones democráticas del mundo» (Rein Taagepera).

«En este concienzudo y estimulante libro, Josep M. Colomer muestra que ya existen instituciones efectivas de gobernanza global. Un gobierno mundial único no es posible ni deseable. Pero tampoco es necesario. En su lugar, unos conjuntos de instituciones efectivas ya desarrollan las funciones esenciales de la gobernanza mundial. Además, a pesar de las inquietudes por los “déficits democráticos”, estas instituciones pueden cumplir los requisitos esenciales de una democracia efectiva: representación, competencia, consenso y rendimiento de cuentas» (Martin Wolf, Financial Times)”.


En mi opinión el sofisticado mundo del Capitalismo Globalizado requiere de un personal político cada vez más avezado entrenado teórica y prácticamente para manejar el complicado engranaje y las sutilezas nacionales e internacionales que se juegan día a día. Ese personal ha sido ya vislumbrado por Henri de Saint-Simon cuando vio en los ingenieros a los especialistas y embriones de la Tecnocracia.