viernes, 3 de agosto de 2012

El PAN: entre el pasado y el futuro

Como resultado del terremoto electoral del 1º de julio, el Partido Acción Nacional se encuentra en un momento de definiciones. El presidente Calderón ha hablado de refundar el partido, mientras que Gustavo Madero, su dirigente, asegura que éste debe mantenerse en la línea del humanismo fundacional de Efraín González Luna.

La controversia que divide al panismo en estos días no se plantea con claridad. Mientras el    presidente Calderón y ex dirigentes del partido como Luis H. Álvarez, Luis Felipe Bravo Mena, Germán Martínez Cázares y César Nava, hablan de reformar en términos organizacionales al PAN, los opositores a este proyecto se escudan en la defensa de sus raíces ideológicas. En realidad, todo obedece a una disputa entre los grupos que coexisten dentro de la organización partidista.

Desde mi punto de vista, si es cierto que se piensa en una refundación desde los fundamentos, sería muy importante retomar las raíces conservadoras del PAN y proyectarlas hacia el momento actual, continuando el acercamiento con la democracia cristiana iniciado en la última década del siglo XX.

Esta opción no está exenta de problemas pues esta corriente política que separó a los católicos militantes de la jerarquía de la iglesia para reconocerlos como ciudadanos y electores, ha entrado en conflicto con la herencia de las encíclicas de Juan Pablo II, cuando bajo su protección los católicos volvieron a militar como tales, como fue en el caso de Polonia, que desafió al totalitarismo soviético.   

El humanismo de González Luna está cerca de estas concepciones, poco mundanas y desactualizadas en nuestro mundo globalizado, si consideramos el importantísimo debate sobre los derechos humanos, que se aleja de la concepción religiosa.

Recoger la tradición conservadora, su peso en la historia de México, proyectándola al futuro, sería tan importante como la labor realizada por Manuel Gómez Morín al proponer las instituciones que el país demandaba para su desarrollo.

La labor realizada por el gobierno de Calderón en políticas públicas como la salud, demuestra que el gobierno de extracción panista pudo, con apego a sus tradiciones, apoyar acciones surgidas de la sociedad para dar cauce a las prácticas cristianas, como ocurre con el albergue para enfermos y familiares que se construirá en el Hospital General que está bajo la responsabilidad de la Secretaría de Salud en la Ciudad de México.

No olvido, por supuesto, la corriente ultraderechista dentro del PAN; sin embargo, es evidente que ha dejado de tener peso ideológico si consideramos la pérdida de lectores de los libros de Salvador Borrego. El pragmatismo que ha traído consigo el ejercicio del poder a distintos niveles durante los últimos 25 años, también ha funcionado como un freno para la corriente que se ubica en el extremo del abanico ideológico.

En suma, considero que el PAN cometería un grave error si con ánimo revanchista se opone a las propuestas de quien ha sido el político de ese partido con mayor presencia en la vida nacional.