sábado, 19 de mayo de 2012

Cacicazgos y neocacicazgos

Hay una amplia coincidencia entre quienes ven con desconfianza la posibilidad de un nuevo gobierno federal encabezado por el PRI, en el sentido de que éste traerá aparejada la revitalización de los cacicazgos de todo tipo que durante los años de la hegemonía de ese partido funcionaron en el país. La alianza entre Enrique Peña Nieto y Elba Esther Gordillo por medio del ex gobernador Osorio Chong es la más repudiada aunque no la única.
Los cacicazgos en México se dan desde tiempos prehispánicos, y los españoles respetaron esta forma de poder local asociándolo a las capitanías. A lo largo de la historia estos cacicazgos han subrayado la ausencia de una cultura ciudadana.  Lo que todavía está por verse es si, en términos de la teoría del desarrollo, los cacicazgos son per se tradicionales y contrarios a la modernización. Si nos atenemos a la bibliografía sobre el tema, las dos valencias se encuentran en el problema.
El cacicazgo es una forma directa y poco institucional de control de los hombres, pero en el caso de Juan Álvarez, por ejemplo, dio como resultado el Plan de Ayutla y los acontecimientos posteriores que desembocaron en la República Restaurada y el inicio de la modernización del país. Es por esto que incluso panistas como Josefina Vázquez Mota habla de cacicazgos corruptos, haciendo referencia no a la forma tradicional de dominación sino de la degeneración de ésta. A pesar de que el PAN conoció y combatió a los caciques durante años, pueden distinguir entre unos y otros.
Durante el periodo de la secularización, que coincide con  la hegemonía del partido nacional en sus diferentes versiones (PNR, PRM, PRI), los caciques estuvieron de parte de este proyecto, el cual dio como resultado una etapa en el proceso de modernización del país. En el interior del PRI, en la época de Adolfo López Mateos, hubo una lucha contra caciques como Gonzalo N. Santos en San Luis Potosí y Leobardo Reynoso en Zacatecas. El cacicazgo ha existido y seguirá vivo mientras el desarrollo político del país no conduzca a la formación de ciudadanos.
En el actual proceso electoral no podemos prever que un candidato u otro favorezcan la aparición de neocacicazgos. Hasta ahora sólo hemos visto la preparación de la entrada en escena de un clientelismo populista dispuesto a provocar conflictos y obstaculizar la dinámica de competencia que acompaña a las campañas políticas. Una parte de la organización perredista, conformada por capas de la población que no han encontrado las condiciones para elevar sus niveles de bienestar convirtiéndose en una masa seguidora de un caudillo, ha comenzado a activarse. Estas masas son poblaciones alejadas de la Ilustración mexicana que se desarrolló durante el siglo XX, y que se prestan a los excesos de sus dirigentes, sin asomo de racionalidad.
Esta clientela masificada y sensible a la demagogia, que lo mismo bloquea calles, agrede  a  oponentes y realiza destrozos, pareció activarse para provocar tensión en el evento de los banqueros en Acapulco. Nada ocurrió, pero todavía restan varias semanas a las campañas presidenciales que pueden deparar sorpresas en este terreno, como las acciones que realizarán los mineros seguidores del cacique sindical Napoleón Gómez Urrutia, quien se ha sumado a la campaña del candidato de la alianza de las izquierdas.     

viernes, 11 de mayo de 2012

Redes sociales y debate

Se ha pensado que las redes sociales son una nueva forma de darle poder al ciudadano. Lo anterior es cierto pero debemos considerar, como lo hace Manuel Castells, en Comunicación y poder, que hay un poder que se ejerce sobre la red. No hay una red; hay redes y éstas están controladas por distintos actores para el cumplimiento de ciertos objetivos o intereses. Lo mismo las finanzas que la investigación científica, el poder militar o el crimen organizado tienen su red, y ahí aparece lo común a todas ellas: la posibilidad de transmitir “las ideas, las visiones, los proyectos y los marcos [que] son los que generan los programas” (pp.76-77).

Es a partir de estas definiciones que sorprende el uso que en México se le está dando a las redes sociales. Un medio que cuenta con un enorme potencial para llegar a un número importante de usuarios de redes que se conectan entre sí y dan nuevo valor a las ideas o proyectos que se busca difundir, se utiliza de manera banal. Los valores (éticos, políticos o de cualquier índole) transmitidos en las redes pueden ser un factor de fortalecimiento de la sociedad. Pero en las redes sociales lo mismo encontramos los regaños de una madre a sus hijos, que los chistes que genera la aparición de una edecán al inicio del debate de los precandidatos a la presidencia de la República. ¿Por qué no se usan esas redes para discutir lo expresado durante ese debate político, que en sí mismo está construyendo ciudadanía?

Si el formato del debate puede ser mejorado es un asunto a tratar en las redes pero éstas, lejos de contribuir con propuestas a ofrecer soluciones, se convierten en meras cajas de resonancia de lo que algunos poderes en la red quieren que se transmita. Milenio publicó un video en donde se ve un cuarto desde el cual se está dirigiendo la opinión para favorecer a Peña Nieto. El Universal, por su parte, muestra cómo los seguidores de López Obrador utilizaron las redes para boicotear la discusión de Peña Nieto con los estudiantes de la Universidad Iberoamericana. No hay argumentos sino sólo provocación para exacerbar los ánimos y, por qué no, conducir a agresiones físicas además de las verbales.

Es un tanto idealista pensar y aplicar modelos económicos a la política pues hay realidades que superan al racionalismo económico y político, pero no podemos estar a favor de realidades que no apoyan la madurez democrática y ciudadana.

jueves, 3 de mayo de 2012

Las campañas presidenciales

El tránsito del autoritarismo a la democracia en México debe mucho a las reformas de las normas legales contenidas en los códigos elaborados a partir de 1977-1978, para regular los procesos electorales. Sin embargo, la reforma de 2007-2008, que rige el actual proceso, ha sobre regulado el momento en que partidos y electores se conectan para que los primeros convenzan a los segundos de acudir a las urnas y apoyar sus propuestas.

Tanto es así que los tres meses dedicados a las campañas de los aspirantes a la presidencia de la República, estén pasando sin despertar el interés del electorado; son aburridas y carecen de la emoción que acompaña una verdadera competencia.

El próximo domingo se llevará a cabo el primer debate y los problemas ya empezaron. La decisión de TV Azteca de no transmitir el debate se ha interpretado por el candidato de las izquierdas, López Obrador, como un intento de las “grandes empresas televisoras” de favorecer al candidato puntero, Peña Nieto.

Por su parte, la candidata del partido en el gobierno, Josefina Vázquez Mota, no ha logrado transmitir la imagen que la hizo ganar la candidatura del PAN, y su estilo de hacer campaña ha sido criticado por el mismo ex presidente Fox, un especialista en mercadotecnia y experto en persuasión política.

La decisión del votante y su comportamiento, pese a los esfuerzos que se han hecho por estudiarlos, es un tema sobre el cual el azar tiene peso. Quizá con el debate el panorama cambie, si es que el candidato del PRI no tiene el atractivo mediático que se le ha atribuido de manera insistente. En este último caso, estaríamos en la última parte del periodo de campañas ante una reedición de las prácticas tradicionales de este partido.

Por ahora la corta duración de las campañas y la sobre regulación de las mismas no ha evitado la guerra sucia ni los gastos excesivos. Luego, no está allí el problema que se adujo para reformar al COFIPE. La reciente competencia democrática en México requiere de una madurez ciudadana propia de un país que ha pasado de rural a urbano, de una cultura política de súbditos a una participativa.

Estas formas que definen a los votantes pero no explican ni permiten prever su comportamiento electoral, son las claves del proceso de 2012. Al final de éste, tal vez quede claro que el cambio por la vía de la reforma legal se ha agotado, y que lo más importante ahora es dar mayor libertad al juego democrático, porque es la búsqueda del acuerdo y el respeto de los múltiples puntos de vista de las minorías lo que hace a una mayoría que, en una democracia, nunca es monolítica.