jueves, 5 de julio de 2012

Las encuestas y los resultados de la elección presidencial

De acuerdo con los resultados del Programa de Resultados Preliminares (PREP), la diferencia que separa al primero del segundo lugar en la elección presidencial, resultó menor al que la mayoría de las empresas encuestadoras había proyectado, de una diferencia en cifras porcentuales de dos dígitos.
La excepción a estos resultados presentados en una encuesta públicamente conocida fue la del periódico Reforma, la cual ubicó, días antes del segundo debate, a Andrés Manuel López Obrador cuatro puntos por debajo del puntero Enrique Peña Nieto, es decir, un pronóstico alejado también de los resultados preliminares pues la diferencia de 6.51 puntos porcentuales registrada por el PREP, coloca el resultado fuera del margen de error.

Ante este error generalizado de los sondeos electorales se ha desatado un linchamiento en contra de las encuestadoras. Las acusaciones de tergiversar la información con fines aviesos, han conducido a la descalificación de un ejercicio que se realiza en los más diversos países del mundo para tener una imagen de las intenciones de voto en diferentes momentos del proceso electoral.

En ningún lado se piensa que adivinan el futuro, pero en un país como México, en donde estas mediciones de la opinión pública se aplican desde hace menos de dos décadas (50 años después que en Estados Unidos), se está haciendo del error una expresión de corrupción.
Es lamentable escuchar a políticos que antes se desenvolvieron en el medio académico exigir, en tono amenazador, que el IFE ejerza un control sobre la labor de las empresas encuestadoras. El origen del error y la revisión de las mediciones empleadas lo están buscando estas últimas, sin duda las más interesadas en detectar la falla y corregirla. Simple cuestión de sobrevivencia: la falta de credibilidad de los resultados obtenidos pone en riesgo su competitividad en el mercado de los estudios de opinión pública.

La diferencia entre los resultados preliminares y las encuestas difundidas hasta tres días previos a elección no es extraña en este tipo de ejercicios, y las explicaciones pueden ser de diversa naturaleza. El conocimiento de la opinión pública no es un asunto fácil, como tampoco lo es su medición. Elisabeth Noelle-Neumann, como estudiosa de las elecciones en la República Federal de Alemania y profesora de la Universidad de Chicago, encontró que hay una “espiral del silencio” la cual es un factor importante para explicar por qué las mediciones de la intención del voto pueden diferir de los resultados de una elección.

El temor a quedarse solo está en la base de un fenómeno en donde el que habla y difunde con mayor entusiasmo su postura logra imponerse y atraer a los indecisos, quienes cambian su opinión en el momento de marcar su voto.

Seguramente esta es parte de la explicación de lo que ocurrió en México.

lunes, 2 de julio de 2012

El triunfo de Enrique Peña Nieto

Tal y como lo anunciaban todas las encuestas de opinión dadas a conocer por los medios de comunicación impresos y electrónicos de manera previa a la jornada electoral del domingo 1 de julio de 2012, Enrique Peña Nieto fue el candidato ganador en la elección presidencial. En este sentido no hubo sorpresa, aunque la diferencia prevista en los sondeos era mayor que los resultados preliminares arrojados por las encuestas de salida,  el conteo rápido y el Programa de Resultados Preliminares (PREP) del IFE.
  
El triunfo del PRI no es el invento de las televisoras o, en particular, de una de ellas: Televisa. Afirmar eso es desconocer la historia del PRI y del papel que jugó en la estabilidad política, el crecimiento económico y la creación de una clase media en el país, cuyo principal factor generador estuvo en la educación.
Seguramente lo que ocurre es que para las generaciones actuales, aún aquellas que forman parte de la población de adultos mayores en la actualidad, el PRI es sinónimo de autoritarismo y corrupción, es decir, de aquello que tocó vivir a quienes fueron jóvenes en el 68 y a todas las generaciones siguientes.

El desprestigio del PRI es muy grande y le va a costar mucho trabajo revertir la mala imagen. Sin embargo, es un error negar el esfuerzo de este partido por acercarse a los jóvenes buscando que el relevo generacional pueda convertirse en los hechos en una refundación del partido. Luis Medina Peña, politólogo, historiador del sistema político mexicano y miembro del PRI, narra la experiencia vivida en el intento por formar a los nuevos cuadros, en particular en el estado de México, en un artículo publicado por Carlos Tello Díaz en la revista Nexos del mes de junio de este año.

De allí la importancia de que el discurso pronunciado ayer por Peña Nieto, después de que su triunfo fue reconocido por sus contendientes, Josefina Vázquez Mota y Gabriel Quadri, anunciado por el IFE y motivo de una felicitación de parte del presidente Calderón, no quede en palabras. Debe convertirse en un compromiso y en la base de un acuerdo entre las distintas fuerzas políticas para continuar la consolidación democrática y lograr una nueva etapa en el desarrollo económico y social del país.

domingo, 1 de julio de 2012

El movimiento #YoSoy132

En la tradición conservadora la juventud es considerada un periodo de preparación para la vida futura, es decir, la edad adulta y para acumular con miras a la vejez. Por eso, teóricos como Samuel Huntington en El orden político y las sociedades en cambio, no ve con buenos ojos a los movimientos estudiantiles. Y es que, en efecto, en la juventud hay demasiada pasión, audacia, riesgos no medidos… véase si no quien paga más alta la póliza de seguro contra accidentes: un joven.
En la tradición liberal, y ésta la entiendo en el sentido estadounidense del término que abarca lo que entendemos como izquierda, los jóvenes se ven herederos románticos de un halo de pureza que les hace inocentes y con derechos a participar sea cual sea su comportamiento. Sin embargo, y a pesar de la simpatía que pueda despertar la rebeldía juvenil, no puede ignorarse que muchas veces cae en extremos radicales como las revoluciones, en donde los jóvenes son participantes destacados. Tomemos como muestra la revolución mexicana y su culto a la juventud. Pero esta simpatía por la participación de los jóvenes no puede llevar a ignorar los excesos en que caen, como fueron los Khmers Rojos, en Camboya.

En México, como he dicho, existe una tolerancia a la presencia política de los jóvenes. Sin embargo, no puede afirmarse que su participación haya ayudado a ofrecer salidas racionales y sensatas a los problemas políticos, debido quizás al autoritarismo existente en la sociedad mexicana.

El movimiento #yo soy 132 dinamizó la coyuntura política que concluyó el día de hoy, 1º de julio, dándole interés a la campaña presidencial. Pero los jóvenes de este movimiento se han colocado fuera de la ley al no respetar la veda electoral y manifestarse abiertamente en contra de un candidato.