La
Tecnocracia II
En los
años sesenta cuando Robert McNamara fue el Secretario de la Defensa con John
F. Kennedy, los Tecnócratas llegan al poder y es el auge de la Bibliografía al
respecto.
Daniel
Bell (Nueva York, 10 de mayo de 1919 - Cambridge, Massachusetts, 25 de enero de
2011), fue un sociólogo y profesor emérito de la Universidad de Harvard,
miembro residente de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias.
Nació
en Nueva York bajo el nombre de Daniel Bolotsky, hijo de inmigrantes judíos.
Cuando Daniel tenía 13 años, su familia cambió el apellido Bolotsky por Bell.
En el
pasado, Bell estudió sociología en la Universidad de Columbia. También es
conocido por sus contribuciones como editor de las revistas The Public Interest
Magazine, Fortune y The New Leader. Bell estaba entre los Intelectuales de
Nueva York, un grupo de escritores de izquierda anti-stalinistas.
Es más
conocido por sus contribuciones al Posindustrialismo. Sus libros más
influyentes son El fin de la ideología (1960), Las contradicciones culturales
del capitalismo (1976) y El advenimiento de la sociedad posindustrial (1973).
El fin de la ideología y Las contradicciones culturales del capitalismo
aparecieron en los suplementos literarios de la revista Times como dos de los 100
libros más importantes de la segunda mitad del siglo XX. El fin de la ideología
fue muy influyente en lo que se denomina como la idea de que tanto la historia
y la ideología fueron reducidos hasta lo insignificante debido a que las
políticas occidentales y el capitalismo han triunfado. En esa época, Bell fue
atacado por críticos políticos de izquierda y demás. Ellos aseguraron que Bell
reemplazó un sentido de la realidad con teoría elegante, argumentando que
privilegió su idea más que la exactitud histórica.
En “El
fin de las ideologías”, Bell precede a otros autores que han teorizado, desde
posiciones más conservadoras que la suya, acerca del final de la dialéctica de
la historia y la aparición del pensamiento único. La historia y las ideologías
ceden ante la implantación universal de la democracia y de la economía de
mercado.
En “Las
contradicciones culturales del capitalismo”, confronta la expansión del sistema
de acuerdo con razones de máxima eficacia y un desarrollo cultural que acentúa
la gratificación personal y el hedonismo, que son la respuesta reactiva a la
vieja ética puritana que acompañó el desarrollo de la burguesía.
En “El
advenimiento de la sociedad post-industrial”, su obra más conocida, advierte de
un cambio histórico, de la transición hacia un modelo basado en la información
y el conocimiento, cuyas consecuencias alcanzan a las relaciones de poder, la
estratificación social y la reconfiguración de los valores políticos, sociales
y culturales. Para Bell, son las tecnologías de la información las que dan
proyección a la ruptura histórica sobre los modelos y períodos previos, y
discrepa de la validez de los planteamientos ideológicos de la izquierda. La
lucha de clases ya no es, a su juicio, la ley de la historia, sino que las
fuerzas de transformación e innovación radican en el nuevo papel del
conocimiento, de la información, la educación y el capital humano. Esto no
supone el final de la confrontación dialéctica, sino una desviación de las
tensiones que se derivan de la jerarquización del conocimiento a través de la
meritocracia. En el escenario de la nueva sociedad se generan nuevas carencias.
Una es la de la información. La “cantidad de la información” disponible no
supone su correcta distribución, su adecuado uso final, el equilibrio social y
cultural.
Daniel
Bell es uno de los precursores en la descripción y análisis de lo que hoy se
conoce como sociedad de la información y del conocimiento, que basa en el uso
intensivo de las nuevas tecnologías. Mientras que la imprenta, señala, “está en
la base de la sociedad industrial: en la base de saber-leer y de la educación
de las masas”, las telecomunicaciones y la informática dan sentido a la nueva
escena histórica.
Daniel
Bell destaca a lo largo de su obra la radical separación observable entre la
estructura social (entendida como el orden técnico-económico) y la cultura. La
primera sigue regida por un principio económico definido en términos de
eficiencia y racionalidad funcional, la organización de la producción por el
ordenamiento de las cosas, incluyendo a los hombres. La segunda es ahora
pródiga, promiscua, dominada por lo anti-racional, anti-intelectual, con la
primacía del yo como orientadora de los juicios culturales. Es decir que la
estructura social se mantiene relativamente sobre los mismos mecanismos
modernos, mientras que la cultura se ha transformado en hedonista y
consumidora, en postmoderna. Este cambio fue, según Bell, un producto mismo del
sistema económico. La quiebra del sistema valorativo burgués tradicional fue
provocada, básicamente, por el mercado libre, fuente de la contradicción del
capitalismo en la vida norteamericana. Por otro lado, la senda trazada por los
jóvenes intelectuales en contra del puritanismo funcionó como adelanto de lo
que llegaría menos de una década después gracias al capitalismo auto referido
como “nuevo”: la ética del hedonismo, el placer, el juego; una ética del
consumo. Paralelamente la transformación se dio gracias a tres novedades
tecnológicas: el automóvil, el cine y la radio; y a tres innovaciones sociológicas:
la propaganda, la obsolescencia planificada y el auge de las ventas a crédito.
A través de estos se rompió el aislamiento rural y se conformó, por vez
primera, una sociedad nacional con una cultura en común. Estaba surgiendo una
sociedad de consumo, con su exaltación del gasto y de las posesiones
materiales.
Murió
el 25 de enero de 2011 a los 91 años en su casa de Cambridge, Massachusetts.
El
advenimiento de la sociedad postindustrial.
Esta
obra explora la sociedad post-industrial a través de reflexiones que giran en
torno a temas conexos: las teorías del desarrollo en la sociedad industrial
(Marx, Sombart, Max Weber, Schumpeter, Raymond Aron), el paso de una economía
productora de bienes a otra de servicios y los cambios de la estructura del empleo
en provecho de los profesionales y técnicos en Estados Unidos, el
estrechamiento del entramado social y la multiplicación de la interacción
humana como causa del ritmo del cambio, el crecimiento exponencial,
codificación y ramificación del conocimiento teórico, la forma de adoptar
elecciones sociales que reflejen las preferencias individuales.
Concluyendo
esta parte.
El
término tecnocracia significa literalmente «gobierno de los técnicos» y se
deriva de los vocablos griegos τέχνη (tékhnē, «arte, técnica») y κράτος
(krátos, «poder, dominio, gobierno»).
Diversos
tecnócratas han identificado su postura con el uso del método científico para
resolver los problemas de la política. En vez de basar sus decisiones en
convicciones ideológicas, se favorece la acción orientada a resultados y basada
en datos empíricos. El tecnócrata es (o se asocia con) un científico o
ingeniero. El término tecnocracia fue originalmente utilizado para designar la
aplicación del método científico a la resolución de problemas sociales, en
contraposición a los enfoques económicos, políticos o filosóficos
tradicionales.
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