Tanto es así que los tres meses dedicados
a las campañas de los aspirantes a la presidencia de la República, estén
pasando sin despertar el interés del electorado; son aburridas y carecen de la
emoción que acompaña una verdadera competencia.
El próximo domingo se llevará a
cabo el primer debate y los problemas ya empezaron. La decisión de TV Azteca de
no transmitir el debate se ha interpretado por el candidato de las izquierdas,
López Obrador, como un intento de las “grandes empresas televisoras” de
favorecer al candidato puntero, Peña Nieto.
Por su parte, la candidata del
partido en el gobierno, Josefina Vázquez Mota, no ha logrado transmitir la
imagen que la hizo ganar la candidatura del PAN, y su estilo de hacer campaña
ha sido criticado por el mismo ex presidente Fox, un especialista en mercadotecnia
y experto en persuasión política.
La decisión del votante y su
comportamiento, pese a los esfuerzos que se han hecho por estudiarlos, es un
tema sobre el cual el azar tiene peso. Quizá con el debate el panorama cambie,
si es que el candidato del PRI no tiene el atractivo mediático que se le ha
atribuido de manera insistente. En este último caso, estaríamos en la última
parte del periodo de campañas ante una reedición de las prácticas tradicionales
de este partido.
Por ahora la corta duración de
las campañas y la sobre regulación de las mismas no ha evitado la guerra sucia
ni los gastos excesivos. Luego, no está allí el problema que se adujo para
reformar al COFIPE. La reciente competencia democrática en México requiere de
una madurez ciudadana propia de un país que ha pasado de rural a urbano, de una
cultura política de súbditos a una participativa.
Estas formas que definen a los
votantes pero no explican ni permiten prever su comportamiento electoral, son
las claves del proceso de 2012. Al final de éste, tal vez quede claro que el
cambio por la vía de la reforma legal se ha agotado, y que lo más importante
ahora es dar mayor libertad al juego democrático, porque es la búsqueda del
acuerdo y el respeto de los múltiples puntos de vista de las minorías lo que
hace a una mayoría que, en una democracia, nunca es monolítica.
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