jueves, 14 de febrero de 2019

De cómo arrancar a la UNAM de las garras de Ackerman



De cómo arrancar a la UNAM de las garras de Ackerman

Dice el diccionario de la Revolución Mexicana publicado por la UNAM, coordinado por Javier Parés y Gloria Villegas; que la autonomía universitaria fue otorgada por los revolucionarios porque se negaron a reprimir a los estudiantes cuando José Vasconcelos y Vicente Lombardo Toledano demandaron lo anterior con motivo de una huelga universitaria en la Escuela Nacional Preparatoria, siendo el segundo director de la anterior y el primero Rector de la Universidad Nacional.

La Revolución Mexicana, en ese gesto del general que ahora tiene nombre de calle en el barrio de Tacuba y fué jefe de la policía en la coyuntura especifica, otorgó sin duda el fuero universitario.

Pero remontémonos a Porfirio Diaz y las fiestas del centenario donde el 15 de septiembre la multitud enardecida y lo anterior lo sabemos por testimonio de Federico Gamboa obligó a refugiarse en Palacio Nacional a los invitados extranjeros, así como a los invitados del general Porfirio Diaz, teniendo que abreviar la ceremonia del grito, en ese año, de al filo del agua.

Para que hablar de la Real y Pontificia Universidad de México, que acaba de cumplir este pasado 25 de enero 466 años, y de toda la tradición y la prosa que nuestra Universidad ha desarrollado. No se contentará nunca con ser caja de resonancia de la tía Tatis Clouthier, cuya licenciatura en letras inglesas por el Instituto Tecnológico Autónomo de Monterey, no tiene que ver con la calificación de Cambridge y Emma Thompson y no tiene la entrevista quien fue presentada en horario estelar por, faltaba más, John Ackerman. Y he recurrido a la historia y sus alusiones para referirme a la polémica Caso-Lombardo del que salió el segundo con la cola entre las patas por plantear su educación socialista.

Hay Ley Orgánica y Estatuto General desde 1945 y nuestro régimen es co-gobierno, remite a la “Sociología” de Antonio Caso socio del Instituto Internacional de Sociología de París en México D.F. en 1940 a cinco años de que terminara el conflicto armado que condujo a la Segunda Guerra Mundial; como si fuera un mago y viera su esfera de cristal, observa la problemática y para esto remito al capítulo XI inciso I: La industria y la invención y al respectivo apartado Bagehote y Tarde. Para ser entregada y promulgada por autoridad competente el 6 de enero de 1945. Esta Ley Orgánica recuerda aquel 6 de enero de 15 en el reparto agrario correspondiente.

Pero volviendo al punto que me ocupa, el libertario John Ackerman aspira a ser Rector de la UNAM y estrellará sus ambiciones en septiembre cuando salga la convocatoria de la Honorable Junta de Gobierno. Es un libertario, como ya dije, y se inspira en Bernie Sanders quien pretende, por ejemplo, ampliar la seguridad social, el Medicare y el Medicard; pero esto, dadas las condiciones mexicanas es difícil de aplicar aquí; desde mi punto de vista y aunque con esfuerzo, pues se hace desde la filosofía de la ciencia, León Olivé en su trabajo “La ciencia y la tecnología en la sociedad del conocimiento” induce a pensar que en los últimos cincuenta años la UNAM pasó del gobierno de los ingenieros, como lo fue Javier Barros Sierra a un sociólogo y a una larga hegemonía de médicos.

Me inclino a que se vuelva, como lo dice Saint-Simon, a los ingenieros como los científicos sociales y constructores de la sociedad, como lo expresa el tomo IV, de “La UNAM en la historia de México” en la parte de la contribución de la UNAM y sus ingenieros. Depende dejar atrás los resentimientos y a la universidad de todos los mexicanos, la promesa de conocimiento.

La ingeniería es clave en la productividad de los trabajadores, pues depende en parte de las personas que ayudan a decidir qué se produce y cómo se produce. Los empresarios son las personas que crean nuevas empresas económicas. Gracias a los nuevos productos, servicios, procesos tecnológicos y métodos de producción que introducen, son fundamentales para que la economía sea dinámica y saludable. A finales del siglo XIX y principios del XX, algunas personas como Henry Ford y Alfred Sloan, en el ramo de automóviles, así como otros empresarios importantes, hicieron el papel que hoy hace Bill Gates quien ha sido criticado en algunas de sus prácticas empresariales en ciertos casos con justificación.

Tenemos el ejemplo de la computadora personal; la cual creada en 1975 por Steve Jobs y Steve Wozniak quienes con apenas 20 años de edad, diseñaron el juego de computación Attari, montando un taller en el garaje de la casa de los padres de Jobs como se conoce por la biografía de este último. Fue el caso contrario de la economía en la China medieval durante el periodo Sung (960-1270 d.C.). Esta fue una época de considerable sofisticación tecnológica entre la cual figura inventos como: el papel, la noria, los relojes de agua, la pólvora y posiblemente el compás. Según las investigaciones del economista William Baumol el principal impedimento para la industrialización durante este periodo fue un sistema social que impedía la iniciativa empresarial. Lo anterior puede encontrarse en el libro de Ben S. Bernanke y Robert H. Frank “Principios de Economía”.

Para el Palgrave Macmillan estudios en banca e instituciones financieras en su manual de “Crisis Financiera” el desempleo se debe a fuga de cerebros y por otro lado una teoría endógena del crecimiento considera a las variables no económicas en la producción, función, permisibilidad para incrementar ingresos a escala y en estos ingresos a escala el capital humano ocupa un prominente rol como ya se ha discutido.

En el caso del clásico contemporáneo Frederik S, Mishkin en su tratado “Moneda, banca y mercados financieros” la productividad tiene un efecto sobre el tipo de cambio a corto plazo como se puede ver con los ejemplos económicos anteriores la moderna política económica exige sofisticados manejos técnicos alejados de politiquerías que muy probablemente violen la autonomía universitaria como fue el caso del programa de televisión mencionado protagonizado por la diputada Clouthier y Ackerman. No me queda más que desear que la universidad no caiga en las manos irresponsables de un libertario.

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