lunes, 2 de julio de 2012

El triunfo de Enrique Peña Nieto

Tal y como lo anunciaban todas las encuestas de opinión dadas a conocer por los medios de comunicación impresos y electrónicos de manera previa a la jornada electoral del domingo 1 de julio de 2012, Enrique Peña Nieto fue el candidato ganador en la elección presidencial. En este sentido no hubo sorpresa, aunque la diferencia prevista en los sondeos era mayor que los resultados preliminares arrojados por las encuestas de salida,  el conteo rápido y el Programa de Resultados Preliminares (PREP) del IFE.
  
El triunfo del PRI no es el invento de las televisoras o, en particular, de una de ellas: Televisa. Afirmar eso es desconocer la historia del PRI y del papel que jugó en la estabilidad política, el crecimiento económico y la creación de una clase media en el país, cuyo principal factor generador estuvo en la educación.
Seguramente lo que ocurre es que para las generaciones actuales, aún aquellas que forman parte de la población de adultos mayores en la actualidad, el PRI es sinónimo de autoritarismo y corrupción, es decir, de aquello que tocó vivir a quienes fueron jóvenes en el 68 y a todas las generaciones siguientes.

El desprestigio del PRI es muy grande y le va a costar mucho trabajo revertir la mala imagen. Sin embargo, es un error negar el esfuerzo de este partido por acercarse a los jóvenes buscando que el relevo generacional pueda convertirse en los hechos en una refundación del partido. Luis Medina Peña, politólogo, historiador del sistema político mexicano y miembro del PRI, narra la experiencia vivida en el intento por formar a los nuevos cuadros, en particular en el estado de México, en un artículo publicado por Carlos Tello Díaz en la revista Nexos del mes de junio de este año.

De allí la importancia de que el discurso pronunciado ayer por Peña Nieto, después de que su triunfo fue reconocido por sus contendientes, Josefina Vázquez Mota y Gabriel Quadri, anunciado por el IFE y motivo de una felicitación de parte del presidente Calderón, no quede en palabras. Debe convertirse en un compromiso y en la base de un acuerdo entre las distintas fuerzas políticas para continuar la consolidación democrática y lograr una nueva etapa en el desarrollo económico y social del país.

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