domingo, 1 de julio de 2012

El movimiento #YoSoy132

En la tradición conservadora la juventud es considerada un periodo de preparación para la vida futura, es decir, la edad adulta y para acumular con miras a la vejez. Por eso, teóricos como Samuel Huntington en El orden político y las sociedades en cambio, no ve con buenos ojos a los movimientos estudiantiles. Y es que, en efecto, en la juventud hay demasiada pasión, audacia, riesgos no medidos… véase si no quien paga más alta la póliza de seguro contra accidentes: un joven.
En la tradición liberal, y ésta la entiendo en el sentido estadounidense del término que abarca lo que entendemos como izquierda, los jóvenes se ven herederos románticos de un halo de pureza que les hace inocentes y con derechos a participar sea cual sea su comportamiento. Sin embargo, y a pesar de la simpatía que pueda despertar la rebeldía juvenil, no puede ignorarse que muchas veces cae en extremos radicales como las revoluciones, en donde los jóvenes son participantes destacados. Tomemos como muestra la revolución mexicana y su culto a la juventud. Pero esta simpatía por la participación de los jóvenes no puede llevar a ignorar los excesos en que caen, como fueron los Khmers Rojos, en Camboya.

En México, como he dicho, existe una tolerancia a la presencia política de los jóvenes. Sin embargo, no puede afirmarse que su participación haya ayudado a ofrecer salidas racionales y sensatas a los problemas políticos, debido quizás al autoritarismo existente en la sociedad mexicana.

El movimiento #yo soy 132 dinamizó la coyuntura política que concluyó el día de hoy, 1º de julio, dándole interés a la campaña presidencial. Pero los jóvenes de este movimiento se han colocado fuera de la ley al no respetar la veda electoral y manifestarse abiertamente en contra de un candidato.   


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